CAPITULO SEGUNDO
La grandeza de un hombre consiste en saber reconocer su propia pequeñez.
BLAS PASCAL |
Y si nos adentramos en nosotros mismos, en nuestra mente, en nuestros sentimientos, en nuestras reacciones ¿dónde ubicaríamos desde el punto de vista material el origen y la realidad de todo esto?
Pensamos que las leyes de la física solo tienen su acción en lo que se ve o también en lo invisible como en el caso de las energías?
Si tenemos un pensamiento negativo, no vuelve a nosotros otro aspecto negativo en sentido contrario, es decir hacia el origen, y de igual intensidad?
Si tenemos un pensamiento positivo no vuelve a nosotros otro aspecto positivo en sentido contrario, es decir hacia el origen, y de igual intensidad?
No hay acción y reacción? Lo que sale de nosotros no vuelve a nosotros?
La Ley de Acción y Reacción enunciada algunas veces como "para cada Acción existe una Reacción igual y opuesta", en términos más explícitos puede decirse: "para cada Acción realizada en un sentido recibe una Reacción de igual magnitud e intensidad en sentido contrario, o sea hacia el origen." |
No sería realmente justo que pasáramos las experiencias que nosotros generamos y solamente la que nosotros generamos?
Volvemos a repetir, la Vida es espíritu, en esencia, y trae en sí todas las facultades divinas, libre albedrío, voluntad, discernimiento, poder de acción, amor, humildad, etc., y debe en consecuencia experimentar en mundos como el nuestro para ir desarrollando todos esos aspectos.
Como hacemos esas experiencias desde el punto de vista vibratorio?
Cuando nuestro espíritu necesita hacer experiencias en mundos como el nuestro debemos tomar materia existente en ese mundo para poder experimentar. Es decir que no podemos con la parte espiritual, tomar contacto con aspectos físicos pues estas vibraciones son totalmente distintas en densidad y cohesión, o sea que debemos tomar vibraciones físicas para contactarnos con lo físico, tanto sea físico visible (cuerpo humano) como físico invisible (mente y alma humanas).
Al proceso de dejar de utilizar el aspecto humano lo llamaremos "desencarnacion".
Cuando fallecemos nuestro cuerpo físico vuelve a su estado de origen, es decir, se descompone en todos los elementos que lo formaron. Vuelve a sus elementos primarios; calcio, magnesio, agua, oxígeno, etc. o se transforma en energía calórica en el caso de la cremación. Este último tema, la cremación merece un tratamiento puntual, desarrollado en el Capítulo Décimo.
Que pasa con el aspecto espiritual? Este se descompone en sus vibraciones originales.
Es decir, las vibraciones físicas invisibles que forman nuestro espíritu humano, mente y alma humanas vuelven a sus planos de origen; el aspecto mental al plano mental y el aspecto emocional-sensorial al plano astral o plano emocional-sensorial.
Por el momento tomemos plano como el lugar del espacio donde moran las distintas vibraciones mentales y astrales o emocionales-sensoriales.
La parte espiritual, que es la vida o espíritu que tiene una parte mental espiritual y una parte de alma espiritual, que emana de la fuente Divina llamada Dios, Ente Espiritual, Ser Supremo, Naturaleza, Mente Creadora (de acuerdo a como cada uno lo interprete), es eterna, por lo tanto vuelve a su plano espiritual.
Entiéndase por plano espiritual el lugar del espacio donde moran todos los espíritus. Veremos más adelante la creación y finalidad de todos los planos.
Todas las religiones dan por hecho que el aspecto espiritual es eterno.
La Iglesia Católica sostiene que el espíritu espera la llegada del Juicio Final para sentarse a la diestra de Dios Padre o para ser enviado al purgatorio o al infierno. Con respecto a este tema incluimos una sección con los grandes cambios que se están produciendo en la iglesia católica.
Sabemos que si todos provenimos de ese Dios, Mente Creadora, Ser Supremo, Naturaleza, etc., todos somos hermanos en nuestra creación, por lo tanto somos hermanos durante toda nuestra vida eterna y en nuestra vida humana, así que deberíamos aprender a tratarnos como tales estando en nuestros cuerpos humanos, que es donde fácilmente olvidamos esta verdad.
Nuestra vida espiritual es la vida verdadera, es indestructible, es eterna. A esa vida eterna la llamamos espíritu, como en la religión católica y tantas otras religiones.
Debemos desechar la idea de la muerte, porque ésta no existe, y considerar la desencarnacion como un acto natural que nuestro espíritu ha realizado ya muchísimas veces y que debe seguir realizando hasta que haya cumplido con todas las experiencias de un mundo físico como el nuestro, en el cual es preciso tomar cuerpo material, es decir, encarnar para experimentar, y luego desencarnar para liberarse de la materia una vez realizada nuestra efímera vida humana.
Si nuestra vida es tan corta podemos deducir que algunas de las respuestas a nuestros hechos positivos o negativos no nos alcancen en esta vida, o sea que la respuesta nos alcanzará en alguna de nuestras vidas futuras.
Los humanos llamamos muerte al hecho de dejar la materia, pero ya vemos que esto no significa cesación de vida y jamás dejaremos de vivir en nuestro espíritu, pues todo continúa viviendo, bajo otro aspecto o estado vibratorio, aunque no podamos captarlo con nuestros sentidos.
Todos los hechos que ahora nos llegan, el estado de la humanidad, los aspectos negativos y los positivos, las experiencias dolorosas y las placenteras, fueron también alimentados por nosotros en encarnaciones anteriores y además pueden corresponder a las actuales acciones.
Esto significa que en cada una de nuestras vidas estamos generando hechos que luego serán base de la próxima experiencia. Esto está regido por la ley del "karma" tan mencionada en las filosofías orientales; "karma" significa trabajo, superación de necesidades, redención de errores cometidos.
Para aquellos que carecemos de conocimiento espiritual, la vida y la muerte constituyen misterios insondables, cuya profundidad nos conmueve o nos aterra. No debemos limitar a nuestro humano vivir la existencia de nuestra vida.
Vida es la energía que sustenta al universo infinito y eterno y todo cuanto existe, es decir que conforma cada átomo, cada molécula, y cada célula de la materia del universo todo.
Hasta ahora podemos definir dos tipos de vida en nosotros, una vida superior, espíritu, o vida verdadera y otra vida que es vida de forma o vida aparente, vida humana.
Nuestro espíritu necesita formas humanas para poder lograr evolución y progreso, pero no nacemos ni morimos porque nuestro espíritu ya existía antes de nacer y sigue viviendo después de morir.
Los minerales, los vegetales, los animales, los hombres, todos sufren un proceso de evolución que es fácil de ver a través de la historia.
Si analizamos a los grandes saurios y a los animales actuales veremos una evolución hacia formas más sutiles. Si analizamos al hombre primitivo y al hombre de nuestra civilización apreciaremos una evolución hacia lo más sutíl y mayor progreso del aspecto mental y emocional-sensorial.
Si analizamos, todo lo que existe en el universo está atado a la ley de evolución, es decir que todo evoluciona.
Para que encarnamos sucesivamente?
De lo expresado hasta aquí se deduce que para que evolucionen los aspectos espirituales que nos dan origen. Al mismo tiempo deben evolucionar paralelamente los aspectos físicos.
En nosotros ese progreso evolutivo se logra en todos los aspectos que nos presenta la vida espiritual y la vida humana a través de las experiencias que se rigen por la ley de experiencias.
Estos conceptos los iremos ampliando a través de estas páginas.
Si comparamos la inteligencia y la capacidad mental actual, con la inteligencia y la capacidad mental de un hombre primitivo, deberemos reconocer que existe entre la inteligencia y la capacidad mental de ambos una gran diferencia. Cada uno está en un punto mental diferente y ambos puntos están separados entre sí por una enorme distancia..
No podemos suponer que Dios creó a un ser con mucha inteligencia y a otro totalmente ignorante, pues ello constituiría una injusticia imposible en Quien Es la Perfección.
Si determinamos entonces que entre ambos puntos evolutivos hay muchos otros, de capacidad mental e inteligencia, y si analizamos a quienes conforman esta humanidad veremos que existen diferentes puntos de inteligencia y capacidad mental en los seres, que en definitiva son los puntos que separan en escala progresiva la mente del hombre primitivo de la del científico.
Esto significa que hay muchos puntos evolutivos entre el hombre primitivo y el hombre de ciencia y no es una diferencia de "nacimiento" sino de evolución.
Si estamos ante una escala de puntos evolutivos en nuestro planeta, el plano mental, el plano astral o emocional-sensorial y el plano físico abarcan determinados puntos evolutivos.
Sabemos además que existen distintos puntos evolutivos entre un espíritu que recién "nace" a la vida espiritual desde la Divinidad y otro espíritu que hace milenios que experimenta.
Esa Mente Creadora, Ente Divino, Dios, Naturaleza, es absolutamente Justo y Perfecto como toda su creación, por lo tanto, la diferencia que existe entre unos y otros se debe, solamente, a que los más inteligentes son almas que han alcanzado mayor progreso evolutivo que las de los seres menos inteligentes. La inteligencia tiene que ver con la sabiduría espiritual que se alimenta de todas las experiencias positivas realizadas, a mayor sabiduría mayor inteligencia.
Significa esto que la diferencia que existe entre una persona de nivel moral e intelectual, y el hombre primitivo, se debe sólo a que el espíritu del primero es más viejo que el espíritu del segundo, es decir, que el espíritu del sabio "nació" y comenzó sus encarnaciones mucho antes. Por lo tanto, el científico de hoy fue, hace miles de años, un hombre tan atrasado como lo es hoy el hombre primitivo, y éste, dentro de miles de años, podrá ser un hombre tan inteligente como lo es hoy el científico.
Cada uno, desde el hombre más primitivo hasta el hombre más sabio, está espiritualmente en un punto diferente de progreso y evolución, porque cada uno está en el "punto" logrado mediante el esfuerzo para progresar que ha realizado en el tiempo.
La vida humana es muy breve; el progreso espiritual que cada persona evidencia, sea poco o mucho, ha sido obtenido mediante reiteradas vidas humanas realizadas por el espíritu, o sea, mediante muchas encarnaciones sucesivas regidas por la ley de experiencias.
Cada una de esas vidas humanas, o encarnaciones, ha proporcionado al espíritu progreso, acorde siempre con el esfuerzo que ha realizado durante el tiempo que vivió como humano, o sea, durante el tiempo en que estuvo encarnado en el mundo.
Debemos mencionar ahora que el progreso evolutivo se logra tratando de eliminar de nuestra vida todas las reacciones negativas, como los celos, la envidia, el rencor, la ira, la vanidad, el egoísmo, el fanatismo y demás actitudes, y a la vez realzar nuestras virtudes, la fe, la humildad, la caridad, la fraternidad, el amor, la tolerancia, desarrollando los aspectos de voluntad y libre albedrío que nacen con el ser. Logrando esto estaremos ante un gran avance en nuestra actual experiencia.
Haz de tu alma un diamante, a cada golpe una faceta más, para que un día sea toda luminosa.
ROGELIO STELA BONILLA |
Nuestra voluntad es la que debe primar para no caer en pensamientos, sentimientos y hechos negativos y nuestro libre albedrío es el que nos permite discernir sobre lo bueno y lo malo, debemos escuchar más a nuestra propia conciencia.
Quien proporcionó dolor a otro deberá pasar en esta vida o en otra un sufrimiento equivalente y de igual intensidad. Quien pudiendo aliviar el dolor o la miseria de alguien, no lo hizo, deberá experimentar los mismos dolores o miserias que pudo aliviar pero que, por desamor, no alivió.
En cambio, quien haya actuado bien por ejemplo, aliviando la miseria o el dolor de los otros, cuando en una nueva vida humana deba realizar la experiencia de la pobreza para que el espíritu pase esa experiencia, encontrará quienes lo ayudarán amorosamente, es decir recibirá como respuesta el mismo amor que dió.
Se cumple en lo espiritual la ley de acción y reacción, denominándose ley de causa y efecto; a cualquier causa espiritual le corresponde un efecto de igual intensidad. Si de nosotros sale una acción positiva recibiremos como respuesta otra acción positiva de igual intensidad, y si es negativa la respuesta será negativa. Como vemos, a todas las leyes que conocemos desde el punto de vista humano corresponde una ley espiritual que es en realidad la que da origen a la humana.
Ni bien "nace" el espíritu queda bajo la acción de las leyes espirituales.
Las tentaciones se presentan bajo muy diferentes formas: los espíritus que encarnan como personas hermosas, sanas, ricas, deben superar la tentación del orgullo, la vanidad, la ambición. Los que encarnan como personas pobres, enfermas o deformes, deben superar la tentación de la envidia, los celos, la rebeldía; ambos deberán superar el amor propio y el egoísmo.
Los aspectos de superación se manifiestan de acuerdo con la experiencia que humanamente nos toca vivir: por ejemplo, quien vive como actor debe pasar la prueba de la vanidad; quien vive como un comerciante tendrá ambición de dinero, el científico ambicionará la gloria y el político el poder. Si analizamos todos estos aspectos diferentes, comprobaremos que son, en realidad, amor propio, porque es amor propio la fuerza que nos impulsa y nos alimenta.
Estas experiencias, desgraciadamente se transforman en negativas, pues utilizamos todos estos aspectos de gloria, dinero, poder, etc., para el propio beneficio y sojuzgamos a los demás en cuanto podemos servirnos de esos medios.
Vemos cuántas experiencias diferentes necesitamos realizar y cuántas veces necesitamos encarnar en el mundo para poder superar las diversas formas del amor propio.
El amor propio se manifiesta como vanidad, orgullo, egoísmo, celos, envidia, odio, rencor, y como nuestro espíritu necesita ineludiblemente superarlo en todas sus formas, por lógica deberemos encarnar reiteradamente, para experimentar y superar todas esas tentaciones, a fin de poder progresar.
Como se dijo anteriormente el progreso significa desarrollar nuestra voluntad, que al igual que la mente y el alma que responden a un cuerpo mental y emocional-sensorial, responde a un cuerpo de la voluntad y a su vez a un plano de la voluntad.
Las experiencias que realizamos en la tierra, superando todos los obstáculos o tentaciones humanas al incorporarse a la mente espiritual nos proporcionan sabiduría.
Cuando hemos logrado determinado punto evolutivo ya somos un espíritu evolucionado que no necesita volver a encarnar en este mundo, pero, como por la evolución alcanzada sentimos intensísimo amor hacia todos, por amor hacia los otros espíritus que aún están pasando sus "exámenes " y experiencias en la tierra, encarnamos nuevamente para ayudarles con nuestra sabiduría a realizar más fácilmente las superaciones que les corresponden, acercarnos a los hombres, con nuestras palabras, hechos y ejemplos, enseñanzas que les ayudan a superar las tentaciones humanas y no demorarse en su progreso.
Los espíritus evolucionados que vienen a la tierra a trabajar ayudando a progresar a los otros espíritus, también obtienen progreso para sí mismos, porque la Divinidad proporciona siempre a cada ser tanto bien como bien ha hecho; ley de causa y efecto.
Podemos nombrar como seres evolucionados a los que integraron el Renacimiento que impulsaron las artes y la ciencia.
Actualmente manifiestan un punto evolutivo superior al común de la humanidad los niños prodigio que están encarnando en mayor número dando origen a escuelas especializadas, y muchos otros ejemplos más.
Sobre algunos de estos seres muy evolucionados que encarnan únicamente con tareas de amor o mesiánicas como Buda, Moisés, Jesús, Zoroastro, Krishna, haremos hincapié en su parte filosófica para poder apreciar conceptos muy similares a los de nuestros principios espirituales.
****Ver Nota "Universalidad de las Religiones".
La mente, es decir, la capacidad de pensar, comprender, aprender y discernir que poseemos, la voluntad que determina nuestros hechos, nuestro libre albedrío para elegir entre lo positivo y lo negativo basado en nuestra conciencia de bien y de mal, y la capacidad de amar, son todas facultades inherentes a nuestro espíritu, son facultades que hemos recibido de Dios y que nos ayudan muchísimo en el esfuerzo permanente que debemos realizar a fin de lograr nuestro perfeccionamiento.
Esas facultades espirituales, sólo debemos utilizarlas para el bien, sin embargo, muy frecuentemente las utilizamos en contra de nosotros mismos, aún cuando supongamos lo contrario. Eso es debido a que acallamos nuestra conciencia espiritual, tratamos de no escucharla, porque muchas veces nos reprocha nuestro accionar.
La conciencia es la presencia de Dios en el hombre.
VICTOR HUGO |
La conciencia es la voz del alma; las pasiones son la voz del cuerpo.
JEAN JACQUES ROUSSEAU |
Por ejemplo: cuando alguien utiliza su mente para inventar un arma destructora, aunque ese invento le reporte grandes utilidades y beneficios materiales, esa persona no utilizó su mente para beneficiarse, como sin duda supone, sino por el contrario, la utilizó para perjudicarse, porque se ha desviado del camino del bien que nuestro espíritu debe recorrer siempre.
A utilizado una vibración positiva como es la capacidad mental, la sabiduría humana, para generar algo negativo, es decir que transformó la vibración, cambió su polaridad y generó, en consecuencia, una deuda con la ley del amor, con su necesidad de evolución y progreso, con su espíritu, y deberá saldarla realizando repetidas experiencias humanas, a fin de aprender que las capacidades de la mente deben ser utilizadas exclusivamente para el bien.
Teniendo en cuenta que la verdadera patria de nuestro espíritu es el espacio, donde puede vivir en libertad, reconoceremos que vivir en la tierra, incorporado a un cuerpo físico, es un gran sacrificio que, sin embargo, necesitamos ineludiblemente realizar a fin de aprender a vivir en el camino del bien y del amor bajo cualquier circunstancia. Cuanto antes aprenda nuestro espíritu su lección de bien y de amor, antes, terminará su necesidad de trabajar para perfeccionarse, ligada a un cuerpo físico.
Lo que ocurre con la mente ocurre con la facultad espiritual de amar que Dios nos ha dado.
Si en lugar de nuestro amor a los demás, nos amamos solamente a nosotros mismos, al invertir ese sentimiento generador de paz, comprensión y armonía, lo transformamos en amor propio, que es generador de ambiciones, odios, rencores y guerras, contraeremos numerosas deudas con la ley del amor.
Nunca olvidemos que todo lo que recibimos de Dios en bienes espirituales o materiales, debe ser siempre utilizado para el bien. Ante cualquier bien de índole espiritual o material que poseamos, debemos considerarnos administradores de ese bien y utilizarlo para beneficiar al mayor número posible de seres, recordando que en la gran familia humana todos somos y debemos sentirnos hermanos y, por lo tanto, todos debemos amarnos y ayudarnos recíprocamente.
Debemos volcar a nuestra vida humana la hermandad que tenemos por nuestro aspecto espiritual trascendente, proveniente de una misma fuente de origen que es Dios.
Debemos aclarar que es totalmente licito tratar de progresar económicamente y socialmente en el aspecto humano siempre que ese progreso sea utilizado para el bien de los demás.
También los aspectos políticos son importantes para trabajar por nuestros semejantes.
Además es un reflejo de la necesidad espiritual de progreso que nos impulsa desde nuestro "nacimiento" o sea que el impulso de progreso humano tiene que ver con el impulso de progreso espiritual.
Si bien es muy difícil amar a todos los seres por igual, debemos comenzar por amar a quienes nos rodean, no sólo familiares, sino también a todos los que de algún modo toman contacto con nosotros. Este es un paso muy importante para lograr practicar el amor hacia nuestro prójimo y llegar a la hermandad que por origen nos une.
Hasta ahora hemos nombrado algunas leyes espirituales, ley de evolución, ley de experiencias, ley de causa y efecto, ley del karma y ley del amor, que iremos estudiando y comprendiendo a lo largo de estas páginas.
Es totalmente lógico pensar que si la vida humana tiene sus leyes y reconocemos que debemos vivir de acuerdo con ellas, la vida espiritual también tiene sus leyes y debemos reconocer que vivir de acuerdo con ellas es lograr paz, armonía, fraternidad, y amor y de esa manera obtener el progreso y la evolución espiritual que nos acerca más a la Divinidad.
La vida, en nosotros y en cuanto nos rodea, manifiesta en todo momento su perfección, y esa perfección significa la acción de leyes espirituales que rigen por igual al átomo y al universo entero.
Ahora nos referiremos a la ley de Evolución.
En la creación entera todo está en constante proceso de evolución; en todo lo que existe se está operando, constantemente, un cambio progresivo, por lo tanto nada, en el universo entero, permanece estático. Siendo la evolución algo que se realiza en todo el universo, significa que la evolución es ley Divina, ley universal y dentro de la cual vive todo lo que existe.
El filósofo griego Anaximandro (611-547 a.C.) y el romano Lucrecio (99-55 a.C.) acuñaron el concepto de que todas las cosas vivas se encuentran relacionadas y que ellas cambiaron en el transcurso del tiempo. La ciencia en su época se basaba principalmente en la observación y, sorprende la similitud con los conceptos actuales de la evolución. Otro filósofo griego, Aristóteles desarrolló su Scala Naturae, o Escala de la naturaleza, para explicar su concepto del avance de las cosas vivientes desde lo inanimado a las plantas, luego a los animales y finalmente al hombre. Este concepto del hombre como la "cumbre de la creación" todavía subsiste en muchos biólogos evolucionistas modernos. |
Todas las leyes que rigen el universo, o sea, todas las leyes Divinas, obran siempre en sentido positivo; por lo tanto, la evolución, o sea el cambio que por ley Divina se realiza en todo, constantemente, es un cambio positivo, un cambio que significa progreso. En consecuencia, todo lo que existe evoluciona para progresar, para perfeccionarse.
Nuestro mundo, como todos los mundos del universo, nuestra humanidad y todo lo que existe en nuestro planeta, viven, lógicamente, dentro de la necesidad de progresar y de perfeccionarse y, por lo tanto, en una constante evolución, que les proporciona el progreso que necesitan.
Podemos comprobar cuánto hemos evolucionado y progresado desde que comenzó nuestra vida en la tierra. Todo ha ido, poco a poco, evolucionando y progresando, nuestro físico, nuestra alma y nuestra mente. Ese progreso evolutivo ha determinado nuevas formas de vida, nuevas y mejores aspiraciones y costumbres nuevas e ideas más avanzadas.
A través de los milenios, todo ello ha ido conformando las diferentes civilizaciones que se desarrollaron en diferentes lugares de la tierra, trayendo, progresivamente, los adelantos sociales, artísticos y científicos que hoy disfruta la humanidad.
Por John Eccles, premio Nobel de Medicina
«Me preocupa especialmente el penetrante materialismo de nuestra época, que se basa en una mala interpretación de la visión del mundo que nos proporciona la ciencia. Está ampliamente difundida la creencia de que la evolución biológica ha proporcionado una explicación completa de nuestro origen y ha refutado para siempre la doctrina de un Creador divino. Por supuesto, la Historia bíblica no pretende explicar científicamente la creación. Ahora se explica científicamente el origen del cosmos mediante el Big Bang y la subsecuente evolución cósmica de galaxias, sistemas solares y planetas. Pero es aún más asombroso el origen de la vida en nuestro planeta agraciado de modo único, la Tierra, donde se ha puesto en escena la creatividad dramática de la evolución biológica.
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En el planeta todo debe evolucionar y progresar conjuntamente. Para que su evolución y progreso se realice en forma armónica y beneficiosa para el conjunto o sea el reino mineral, vegetal, animal y humano, cuando algo se retrasa, desarmoniza con los demás, entonces, se hace necesario acelerar el ritmo de su progreso, para que alcance el mismo punto de progreso logrado ya por los demás. Como el aspecto de vida que hace experiencia en los minerales, vegetales y animales, no tiene desarrollada su individualidad y su libre albedrío, no puede equivocarse, por lo tanto el único aspecto factible de atraso evolutivo lo tiene el humano.
Nuestra humanidad está demorada a causa de su lento progreso moral, por lo tanto está en desarmonía no solo con los otros reinos, sino también con su aspecto mental, con su inteligencia, con la armonía universal. Por falta de esfuerzo nuestra alma no ha alcanzado todavía la pureza necesaria para que el progreso científico sea base segura de una nueva y maravillosa etapa en la civilización, por lo tanto necesita urgentemente acelerar el progreso moral. Todavía no estamos en condiciones de utilizar los descubrimientos que nos esperan en un futuro próximo de felicidad, hermandad, armonía, dentro de este maravilloso universo.
La meta que nuestra alma persigue es la perfección, y cada vida humana debe proporcionarnos un adelanto que nos coloque en un punto más avanzado en el camino hacia quien es la Perfección.
Decimos entonces que tenemos un espíritu eterno que es el que nace de Dios y que evoluciona y progresa con finalidad de retornar a la Divinidad que lo creó. Ese espíritu eterno tiene una mente espiritual, un alma espiritual y una conciencia espiritual (conciencia de bien y de mal) y en el momento de encarnar, genera un espíritu humano que tiene mente humana, alma humana y conciencia humana que son en realidad los aspectos físicos invisibles que toman los respectivos aspectos espirituales para poder manifestarse en un mundo como el nuestro.
"Las nociones de bien y de mal son innatas en el alma humana."
SOCRATES |
Todas las superaciones que logremos en la experiencia que nos corresponde en este planeta, mencionadas ya en forma reiterada, son las que van a constituir el progreso de ese espíritu eterno y su sabiduría, y se van a incorporar a su conciencia espiritual de bien y de mal que le permitirá ejercer con mayor certeza su libre albedrío.
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